viernes, 30 de enero de 2015

Una casa, ¿un hogar? - Parte 2

A veces tenemos que sacrificar cosas que queremos, por otras mejores. Siguiendo con la premisa que "todo nos ayuda para bien", ¿por qué no intentarlo?
Luego de estar poco tiempo en mi departamento de Belgrano, con mi pareja decidimos mudarnos juntos, lejos de la capital. El hecho que hubiesen cortado el gas en todo el edificio por tener las cañerías viejas, facilitó la partida. Claramente tuve mis miedos... ¿Cómo sería la vida en pareja?, ¿terminaría con nuestra relación, o podríamos superarlo?. Era un departamento muy chico, por lo que creí que los problemas, pequeñas cosas o discusiones, podrían potenciarse. Ya lo había dejado ir una vez, por no saber resolver un tema; no estaba dispuesta a cometer el mismo error. Por otro lado, nos llevamos tan bien; salvo aquella vez, jamás tuvimos un problema; siempre supimos hablar y ayudarnos a crecer, mejorar y superar cosas. Verdaderamente era una relación hermosa, así que ¿por qué no arriesgarse a pensar que tal vez esto nos podía fortalecer aún más?.

Me mudé muy lejos de donde me encontraba tan cómodamente (a 3 cuadras de mis trabajos, por ejemplo). Era un monoambiente, pero por suerte tenía buenas medidas y distribución, pero nuevamente nos pasaba algo similar que con mi departamento de Belgrano. No podíamos agujerear las paredes, por lo que mi mini huerta colgante y los muchos cuadros que tanto me gusta pintar, quedaban descartados; ¡ni siquiera un tender colgante estaba permitido!, por lo que teníamos esos horribles tendederos plegables. El gran problema del tender, era que al tener capacidad para tan poca ropa, estaba constantemente repleto y armado en el balcón, dejando el mismo inutilizable, ¡hermoso! Ni mencionar medidas mal tomadas, lo que hacía que no nos entre el lavarropas donde debía; luces no centradas, impidiendo abrir puertas de placares; no había estantes, ni en el placard, ni en la cocina. Afortunadamente, todos estos pedidos nos fueron resueltos por la dueña del mismo, quien supo comprender que eran necesarios.
Nunca terminé de sentirme cómoda, siempre parecía que amontonábamos todo como si estuviéramos de paso. Cabe mencionar que nos compramos un pequeño Beagle, que a medida que va creciendo alcanza más lugares para destrozar todo lo que encuentra. Para evitar llegar a casa y encontrarnos con todo roto, cada vez formábamos más pilas de cosas fuera de su alcance. Nuevamente, ¡hermoso!. Igualmente seguimos llegando y encontrando destrozos, pero sabíamos que iba a pasar desde el momento que decidimos comprarlo. (No me malinterpreten, no me arrepiento. Este pequeñín se ha robado nuestros corazones).

Finalmente surge la posibilidad de mudarnos a una pequeña casita al fondo de la casa de una pariente (a 2 cuadras de donde vivimos actualmente). Parecería ser un solo ambiente, con posibilidad de dividirlo. Tendríamos un pequeño patio de lindo pasto, que Bono (el Beagle) seguramente disfrutará, y ¡hasta una parrilla!. No sabemos las medidas todavía, mañana estaríamos conociéndolo, aunque le falten pocos detalles. Yo creo que bajo las condiciones actuales, ¡nos mudamos igual!. Estamos dispuestos a achicarnos un poco si es necesario, con tal de tener un poco de verde, y un lugar que podamos convertir en un hogar; y ¡ni hablar del ahorro económico!.


Por supuesto estoy ansiosa por conocer sus medidas y disposición, para empezar a soñar y planear la decoración de nuestro casi seguro nuevo hogar.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario